Ninguna lágrima rescata nunca el mundo que se pierde ni el sueño que se desvanece.
Juana de Ibarbourou
La sucesión de los inagotables días han ido dejando huellas en mis huesos. Las alegrías, las angustias y los claroscuros que amasaron mi alma, a veces pugnan por salir, buscan la palabra como una ventana que permita entrar la luz. Los sueños truncados, los días felices, los años bisiestos, la demora cotidiana, de todo eso se irá llenando este agujero, por donde se ha de decantar todo aquello que me ha hecho ser exactamente lo que soy, con nombre de mujer.-
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